El langostino que tiene mejor vista que el lince

Aunque es todo un cumplido que te digan que tienes una vista de lince, la realidad es que este estupendo mamífero no es el que mejor ve de la fauna animal. Los avances científicos han conseguido que los biólogos marinos descubran a lo largo de los años, numerosas especies subacuáticas que no conocíamos y han podido estudiarlas de cerca. Entre estas especies se encuentra el langostino mantis, el animal que tiene mejor vista que cualquier otro ser vivo del planeta.

Este pequeño crustáceo vive en Australia, tiene 12 fotorreceptores distintos y es capaz de ver colores que nosotros no podemos percibir. Además, también puede ver la luz ultravioleta, infrarroja, la luz polarizada y hasta las ondas eléctricas, con una precisión que solo tienen los mejores aparatos tecnológicos.

Llegado a este punto, lo lógico es pensar: ¿Por qué este animal tiene una vista tan desarrollada?

Se trata de un mecanismo de defensa, debido a que habita en aguas de poca profundidad, donde pescan aves marinas. Con esta herramienta es capaz de adelantarse a un ataque o huir. De hecho, los buzos lo apodan “boxeador” porque propina golpes casi comparables a la fuerza de una bala.

Pero esta raza de langostino no es única, hay varios tipos y aunque todos tienen la misma vista, cada uno se defiende de una forma. Los de tipo perforador tienen unos apéndices espinosos con púas, que usan para apuñalar y enganchar a sus presas. Y las trituradoras llevan un brazo en forma de garrote, armado con una púa y con el que pueden cortar a la presa mientras nada.

Otro animal que tiene poco que envidiarle a este crustáceo es el águila. Ya que, su agudeza visual es mucho mayor que la del ser humano en un margen de hasta cuatro veces más, según la especie, y la causa la encontramos en los fotorreceptores que se ubican en la retina. Un ojo de ser humano tiene entre 150 y 200 receptores de luz, mientras que, en el ojo de un ave rapaz hay un millón y medio.

Pero esta capacidad visual de las águilas no sería viable en el ser humano, debido a que requiere de un gran gasto energético y sanguíneo, por lo que nuestra anatomía no podría aguantar tal densidad de fotorreceptores.

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